Miercoles, 1 de mayo.
Itinerario: Lisse-Amsterdam (plaza Dam, Behinhof, nueve
calles, Joordam)
Pernocta: Camperpark Amsterdam Gaasper (52.3127,
4.9911)
A las 3 de la mañana me ha despertado un ruido seco y hemos encontrado
a Tula entre el asiento del conductor y la puerta. Quieta, mirando. La hemos
sacado de allí rápidamente. Se había hecho pis. Hemos puesto su cojín grande
sobre el asiento y la hemos acostado sobre él. Y se ha quedado inmóvil tal cual
la habíamos puesto y como adormilada. A las 7,15 de ha vuelto a caer y de nuevo
se ha hecho pis. La hemos vuelto a acostar y se ha quedado inmóvil.
Sabemos que no es eterna pero
también que desconocemos cuándo va a ocurrir. Angel ha insinuado regresar, pero
yo he dicho que teníamos que seguir su evolución y que debemos de tomar decisiones
momento a momento y que es ella la que manda. No teníamos prisa ya que hasta
las 12 no entrábamos en el camping de Amsterdam así que la hemos tenido en
observación. He aprovechado que el dueño del área hablaba algo de español para
preguntarle qué se hacía si la pasaba algo definitivo y ha respondido que
llamar o ir a un veterinario. Igual que en España. El hombre quería darme el número
de teléfono de uno pero, no sabíamos para qué. La primera y segunda vez que
sufrió un episodio similar la miraron todo lo que había que mirar, y tres
veterinarios más luego su cardióloga en la facultad. No encontraron nada a
parte de su vejez o un posible trastorno digestivo. Desde entonces, la
observamos y la dejamos en paz. 20 días después de este episodio en Holanda y
ya en casa, ha vuelto a tener otro después de una carrera. Pero ha recuperado
la normalidad y el resto del viaje fue completamente normal.
Como hemos ido viendo que se espabilaba según pasaba la mañana,
alrededor de las 10 hemos puesto rumbo a
Amsterdam con la idea de dar un breve paseo por el centro para no dejarla mucho
tiempo sola.
Nos hemos preparado para salir sobre las 12,15 al centro y estar de
regreso no más de las 15,30 para no dejar a nuestra amiga mucho tiempo sin
nuestra supervisión.
Hemos llegado al metro en 5 minutos, línea 53 pero están en obras por
lo que nos hemos tenido que bajar en una estación y tomar un autobús, el 74, hasta
la siguiente donde hemos vuelto a tomar el tren hasta la estación central.
Hemos invertido algo más de 45 minutos. Tiempo que seguramente hubiera sido menor
de no haber estas obras en la línea, que además de retrasarnos nos ha generado
una complicación en nuestra desconocida forma de movernos por esta ciudad.
Porque sigo pensando lo mismo: lo más complicado de una gran ciudad es
comprender su red de transporte público aunque tengo que reconocer que la
aplicación de móvil es todo un logro.
El día es espléndido, incluso caluroso lo que contrasta con el frío que
está haciendo en España. Salimos a un gran espacio iluminado por un potente
sol, lleno de gente que camina en todas direcciones.
Aquí encontramos también el Museo Madame Tussaud (museo de cera) del
que Angel se acordaba perfectamente.
Decidimos bajar al behinhof y
nos internamos por una arteria llena hasta arriba de gente que iba y venía.
Al llegar a su puerta de entrada un joven nos informa de que allí vive gente y que respetemos el silencio del lugar.
Dejamos el behinhof para dirigirnos ahora al barrio de las Nueve Calles.
Tomamos el primer metro y nos disponemos a hacer el trasbordo en
autobús entre las dos estaciones en obras. Hay gente que se dedica a informar
supongo que por las obras pero cuando estamos en el interior del vagón rumbo a
Gaasper station como figuraba en el cartel del andén, pregunto a una joven que
me dice que no va Gaasper, que debemos tomar el tren en el andén frente al que
estamos. Extrañados pero obedientes, abandonamos el tren pero vemos que el
cartel no coincide con lo que la joven nos dice, así que preguntamos y nos
envían de vuelta al otro tren. Y parece de chiste, pero la joven insiste en que
estamos equivocados, y desconcertados, volvemos a salir y la historia se vuelve
a repetir en bucle, nos envían al primero. En todo este proceso las puertas de
los trenes de ambos andenes permanecieron abiertas, pero al final las de que
sería el “tren correcto” se cerraron. Aquí Angel reaccionó rápido y pulsó el
botón de apertura. Dentro, por tercera vez, la señalo el cartel del vagón que
señala a Gaasper y la digo que todos me
dicen que el tren correcto es ese y ella sencillamente se encoje de hombros y
hace un gesto que podría traducirse como “vosotros veréis”. Y es solo en ese
momento cuando alguien interviene dirigiéndose a la joven para decirla que la
que está equivocada, es ella. Así que rápidamente se levanta y sale. Nosotros nos
quedamos perplejos. En España lo ocurrido habría sido objeto de un debate entre
los pasajeros y si no hubiéramos llegado a ese extremo, estoy segura de que si
somos testigos de algo similar, no habríamos dejado que un turista o cualquier
otra persona tomara una decisión equivocada. Pero aquí parece ser que sí que
eso lo deben considerar “inmiscuirse en asuntos que no les competen”.
El tren se pone en marcha y en poco tiempo estábamos en el camping.
Inquietos por Tula abrimos y la encontramos perfectamente aunque con calor,
pese a verla dejado con el enfriador puesto y una claraboya abierta. Tarde ya
comemos y a Tula la echamos en su pienso un poco de lo que quedó ayer de la
lata que compramos en el supermercado porque la veíamos un poco inapetente.
Descubro después de comer una vomitona y en ella vemos trozos de la comida de
esa lata. Pensamos que lo sucedido la noche pasada ha podido tener relación con
una mala digestión, algo que la ha sentado mal o ha digerido mal. Esto …sumado
a su edad. Esperemos que sea así y se vaya recuperando.
Para mañana poco nos quedaba de la ciudad, el mercado de las flores, el
barrio rojo y posiblemente un paseo en barco por los canales. Para el museo Van
Gogh…no había conseguido entradas. Me centré en el Keukenhoff y cuando pensamos
en este museo Angel me dijo que se negaba a viajar así, con entradas para días
concretos, horas determinadas…que si había bien, y si no, no pasaba nada. Y me
sorprendí, porque en 15 días no había ni una sola entrada para este museo. No
obstante, soy persistente y pensaba que alguien podría cancelar así que todos
los días miraba y miraba sin éxito. Pero después de comer, mientras descansaba
la suerte nos ha sonreido y han aparecido dos, aunque el horario era tarde, a
las 13 horas. No importaba. Rápidamente las hemos comprado.
Cuando nos hemos dispuesto a salir de paseo con nuestra amiga, ha vomitado de nuevo con restos de la lata de
comida holandesa. Decididamente tiramos
la lata y esta noche arroz con pienso y latita española.
Al regreso del corto paseo para que se estirara, lo que ha hecho muy
despacito como ocurrió más o menos cuando pasó la primera vez, entro en
recepción para preguntar cómo llegar mañana al museo Van Gogh porque a través
del teléfono vemos que no hay transporte directo y que lo mejor es una
combinación de dos líneas de metro y un autobús. El empleado no habla español y
no se esfuerza nada. Me dice solo que están en obras, le explico la combinación
que me ha dado el teléfono móvil y la confirma y cuando le pregunto cuánto tiempo me puede
llevar responde que una hora.
Resulta que el transporte en la ciudad va por horas, es decir, hasta 60
minutos tiene un precio pero si el desplazamiento va a durar más, habría que
comprar un billete de 24 horas que era más caro, así que cuando le insisto, se
limita a señalarme el cartel que informa de las tarifas según el tiempo y
cuando le pregunto qué pasaría si tardo
más de 1 hora, me dice que compre el billete de 24. Un asco de hombre. Me quedo
con las ganas de decirle lo que tampoco le dije a la italiana de la oficina de
turismo de Cinque Terre el año pasado: que elija otro trabajo. Pero…me funciona
algún que otro “filtro” y decido callar. Así que he buscado alguna autocaravana
española para ver si habían visitado el museo. La he encontrado, solo una y no
estaban. Pero mientras que yo buscaba la información en recepción Angel ha
encontrado otra combinación de metro y autobús más cómoda, con solo una línea
de metro y sin trasbordo, y un autobús.
Tula dormita ahora, parece tranquila pero no hemos querido pagar un día
más en el camping. Ya el museo nos ha costado 44 euros y mañana decidiremos si
podemos ir o no, según esté nuestra compañera. De poder, abonaremos un día más
de estancia, y mediremos el tiempo en que la podemos dejar sola, no más de tres
o cuatro horas. Tenemos que decidir en el momento.
Jueves, 4 de mayo.
Itinerario: Ansterdam. Mercado de las flores y Museo
Van Gogh
Pernocta: Camperpark Amsterdam Gaasper (52.3127,
4.9911)
Antes de cenar la noche anterior, me fui a buscar a los huéspedes de la
autocaravana española. Habían llegado. Eran seis, del “inserso”, como nosotros.
Los hombres…hacían la barbacoa y las señoras se sentaban alrededor de la mesa
en espera de degustar una ensalada que tenía un aspecto estupendo.
Les pregunté si habían estado en el Van Gogh y me dijeron que no, que
habían visitado la ciudad, que habían
estado en la casa de Ana Frank, bueno, “solo por fuera” aclararon. Los señores
no hablaron, ni me dirigieron la palabra tan solo uno para decirme que me fuera
a la estación central y allí seguro que encontraría algo que me llevaría al
museo. Los demás, ni me miraron y las señoras, permanecieron sentadas en sus
sillas sin el menor atisbo de invitación a sentarme, que no lo iba a hacer, o
levantarse ellas, como yo habría hecho. En fin. Si hubieran sido más jóvenes
hubiera dicho que eran las nuevas generaciones, pero no era el caso y
evidentemente la educación era, como he dicho más veces, inversamente
proporcional al supuesto dinero que se tiene porque la autocaravana era una Hymer
de más de 7 metros nuevita. Pero bueno. Les dejé con ellos mismos y me vine a
cenar.
Después de la cena y ver algo de Netflix nos fuimos a la cama. Y noche
estupenda. Nos despertamos a eso de las 7,30. A Tula la montamos un sitio del
que era imposible caerse y en toda la noche dio un ruido. Por la mañana parecía
más despierta que ayer, así que decidimos que podíamos irnos al Vang Gogh y
pagar por tanto un día más en el camping.
Cola en recepción a las 9. Estaba la joven que me atendió ayer. Pasaba
de un idioma a otro con una facilidad envidiable. La oí hablar en tres:
francés, alemán y luego el mío. Doy por supuesto el inglés y el suyo propio. Me
confirmó que para llegar al museo, tren y cualquiera de los tres tranvías que
ya había encontrado Angel y que nos dejarían en el Rijksmuseum a 5 minutos escasos
del Vang Gogh. Compré una barra de pan, 2,5 euros, casi cotiza en bolsa.
Calculamos el tiempo que invertiríamos en ir y volver y visitar el
museo y viendo como estaba Tula pensamos que podríamos añadir un paseo por el
mercado de las flores. Así, visitaríamos lo más importante de la ciudad dejando
el distrito rojo, que no tenía nada excepto el barrio de prostitución y que
visitamos en su día y en el que yo no me sentí cómoda porque parecía que visitaba
algo parecido a un zoo, y el paseo por los canales en barco. Lo más relevante
lo habíamos “caminado”.
Adelantamos algo la hora prevista de salida y a las 10,40 marchamos. Esta
vez los trasbordos duraron más, ya que estuvimos un buen tiempo esperando el autobús.
Compramos la tarjeta de 24 horas por si acaso estábamos justos de tiempo y por
menos de 3 euros cada uno no merecía la pena estar en tensión.
Antes de subir nos pidieron que dejáramos la mochila. El sistema,
automático, como casi todo. Eliges idioma, tamaño de la caja, ponemos una
contraseña, la repites, luego seleccionas un icono y “voilá”, se abre mágicamente
una caja. Metemos las mochilas y yo fotografío su número por si luego no lo
recuerdo.
Y qué decir de este maravilloso museo. Disfrutamos de Van Gogh, para mi
uno de mis impresionistas preferidos aunque según nuestra nuera, no se le puede
encuadrar en este movimiento y dice que van Gogh es único.
Disfrutamos durante algo más de una hora de esta deliciosa
exposición.
Su habitación no estaba ya que había sido cedida hasta septiembre. A pesar de la cantidad de gente, el número de personas era el adecuado para poder disfrutar de los lienzos sin agobios excepto por algunos o algunas imbéciles que se querían hacer el selfie con uno de sus cuadros detrás y al acaparar todo el espacio y el cuadro no dejan que los demás disfrutáramos de él.
Pero dicho esto, el museo es muy asequible, nada denso aunque a mi
juicio es bastante caro. 22 euros por persona y sin ningún tipo de reducción.
Comparado con el Prado o el Thyssen, me parece un precio elevado. Angel comentó
que le parecía oscuro y nuestra nuera nos dijo que es así para resaltar más la
luz de los cuadros.
Pasadas las 14 horas dejamos el museo para iniciar el regreso. Fuimos
hasta el Rijksmuseum y allí tomamos uno de los tres tranvías que nos dejaban en
el metro. Y allí en el andén debíamos de tener cara de turistas o sencillamente
nos oyó hablar, ya que se acercó una
andaluza a preguntarnos si necesitábamos ayuda. Se lo agradecimos. Ayer habría
sido perfecto. Hoy ya nos habíamos familiarizado con el galimatías del
transporte público en esta ciudad y con este “trasbordo” improvisado.
Y comenzamos una conversación sobre lo divino y lo humano ya que ella también
iba a Gaasper station. Así nos confirmó que el carácter de los holandeses es
muy distinto al nuestro, que no quieren “meterse en nada”, que son más fríos,
más distantes, que viven más aislados y el clima, frio y lluvioso, tiene mucho
que ver en esta forma de ser, que el
país que al principio estaba más avanzado que España, parecía haberse estancado
y ahora España estaba a la par. Que tenían los mismos problemas que nosotros
con la vivienda, el acceso a ella, que la sanidad ya no era pública y todo el
mundo tenía que pagarla con más de 100 euros mensuales y el que no lo hacía era
sancionado… en fin. Se había venido y quedado por amor, ahora estaba divorciada
y con dos hijos y su vida estaba aquí, con ellos. Confesó que lloró mucho al
principio, que la costó adaptarse, pero que ahora estaba bien trabajando en el
ayuntamiento y agradecía al país las oportunidades que la había ofrecido. En fin,
resultó ser de Ubeda en donde nosotros habíamos estado en febrero pasado.
Pese a que el transporte estuvo lento, se nos hizo más corto por su
charla, y cerca del camping nos despedimos.
Llegamos aquí a las 15,30, comer, descansar, ducharnos y salir con
nuestra amiga que parece que hoy tenía un poco más de apetito y estaba más
animada. Al salir estuvimos hablando con una alemana hija de un español de Almuñecar
y nos dijo que viajaba con dos perros, doberman, uno de ellos con 13 años y pensaba
que este podría ser su último viaje. Eso mismo pensamos nosotros de Tula, pero
no lo decimos. Disfrutemos de ella mientras esté y esté bien.
Sobre el turismo en la ciudad de Amsterdam estuvimos hablando con la
española que nos comentó que los ciudadanos están hartos de los turistas, que
la gente que vimos por la calle, son mayoritariamente turistas y que del centro
se han marchado porque no se puede vivir allí. Lo mismo se repite en muchos
sitios. El mundo que conocíamos, la forma de viajar que practicábamos, ha
desaparecido y ha ido a peor en cuanto a la masificación. Todo ahora es accesible
al gran público a través de plataformas y redes sociales y todos queremos
llegar a esos sitios. Habrá gente que
viaje por placer, pero otros lo hacen para hacerse la foto o el selfy de turno.
Juzgo negativamente a estos segundos, pero
en el fondo es otro motivo para viajar. Alojarse en hoteles de cinco estrellas,
o Air B&B, volar en primera clase o turista, comer en buenos restaurantes o
bocadillos, son solo medios para el mismo fin: viajar. Lo que pasa es que
nosotros consideramos que el camino es también el viaje y no solo son los
lugares, sino sus gentes. Conceptos distintos.
De regreso del paseo rompe a llover fuerte, con truenos, rayos y una
cortina de agua que no parece que vaya a cesar. No sé si se nos ha acabado la buena
racha y es que llevamos cuatro días de
auténtico lujo: kinderkik, el keukenhoff y los dos días de Amsterdam, estos
últimos hasta con calor. Desde luego si mañana llueve como en este momento,
poco podemos hacer.
Mañana subiremos a Marken, Edam y Volemdam….si el tiempo nos lo permite
y no tenemos que ponernos trajes de buzo. Las previsiones no son buenas y hasta
ahora, se han ido cumpliendo.
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