Utrech nos sorprende

 Domingo, 5 de mayo

Itinerario: Hoorm-Elburg-Nijkerk (Norte Amesfor)

Pernocta:  Camping a “la ferme”. (52.2310, 5.5139

Noche regular. Me costó dormirme. Y es que me sonaba todo y no podía conciliar el sueño con los ruidos que yo misma generaba. Además apareció la tos. Un desastre. Entre las 00 y las 3 fui  cuatro veces al baño así que me he levantado muy cansada.

Hoy el día está nublado pero a pesar de que ha llovido por la noche, ahora no lo hace.

Pagamos en el puerto el área y pusimos rumbo a Elburg. Atravesamos campos y campos que han debido tener tulipanes para aburrir, pero están todos pasados. Una pena porque son enormes extensiones y disfrutar de esto era uno de los motivos por los que subíamos hasta aquí. En esta zona el agua no es tan abundante y vemos también menos ánades.


Llegamos pronto a Elburg, pequeña ciudad, encantadora y tranquila, fortificada y con dos calles principales que se cruzan y otras más pequeñas que también se  cruzan y entrecruzan en el interior de la muralla.  Paseo muy agradable pero no sabría decir si merece la pena hacer tantos kilómetros para llegar solo aquí. Si hubiéramos visto los tulipanes, la respuesta sería afirmativa,  pero solo para ver esta pequeña ciudad, creo que no.

El aparcamiento es un sitio acogedor, plano y apartado de la localidad y allí nos encontramos con una pareja catalana que vive, viaja y trabaja en su camper personalizada. Nos dicen que todo lo que tienen en su vida, está allí, con ellos, en su camper. Mantenemos una breve charla y como son solo las 12 decidimos poner rumbo al Sur, a Amesfort. Ellos van rumbo a Calai y luego a Irlanda.


Y esta decisión fue todo un error. Bajamos hasta Amesfort a un área que parecía nueva. Y la encontramos, pero carente de cualquier  atractivo. Al lado de un lago pero junto a una avenida con bastante tráfico en una especie de polígono industrial y solos. Y para ir al centro muy mala combinación de transporte público. Así que decidimos regresar sobre nuestros pasos y buscar a 15 km un camping “a la ferme” que ya tenía localizado.

Circulamos por vías estrechas, entre zonas residenciales y granjas pero cuando llegamos, está completa, así que rumbo a la segunda o tercera alternativa, donde estamos ahora. Una granja también casi enterrada entre granjas y carreteras muy estrechas a donde hemos llegado guiados por el navegador por una zona que más parecía un laberinto, aunque vemos que los turismos entran y salen en el sentido contrario al que hemos llegado nosotros por lo que suponemos que debe haber una ruta más sencilla.

Hemos llegado a las 15 horas y nos han instalado casi a la entrada sobre una plataforma de cemento porque el terreno esta empapado y lo que tienen son tiendas de campaña o caravanas dispuestas en un prado formando un amplio círculo (52.2310, 5.5139). Los coches están fuera. Sobre las 15,30 comemos, muy cansados.

Una pena, teníamos que habernos quedado en Elburg y descansar que no nos hubiera venido nada mal. Llevamos un día de adelanto sobre lo previsto y yo creo que mañana vamos a prescindir de visitar Amesfort por lo que iremos directamente a Utrech así que podríamos sumar un día más. Me da pena porque para no alargar el viaje no visitamos en la ida  Gante o Brujas que hubiera supuesto un par de días en nuestro itinerario.

Hemos dado un corto paseo, nos hemos dado una estupenda ducha y estamos en un sitio muy tranquilo en una tarde primaveral, templada y luminosa.

Lunes, 6 de mayo.

Itinerario: Castillo de Haar-Utrech

Pernocta: Camping Buget (52.1007, 5.1487)

Hoy he pasado mejor noche. Parece que el enfriamiento cede un poco aunque tengo mucosidad. Desde las 6,30 en que me he despertado, he estado trasteando en el móvil y es que hoy es lunes y me ha dado por pensar si la casa Rietveld Schröder en Utrech y que tenemos previsto visitar, pudiera estar cerrada. Y compruebo que así es. He pensado en varias posibilidades pero la que ha tomado cuerpo ha sido la de cambiar la visita a esta casa prevista para hoy, por la visita al castillo de Haar, dejando la ciudad de Utrech y la casa  Schröder  para mañana.

También he visto que solo quedaban dos entradas para  visitar la casa Schröder en tres horarios posibles, así que desde la cama, he comprado las dos para la primera hora disponible, las 11,20 de mañana.

En un luminoso día hemos tomado nuestro desayuno. La dueña ha estado tendiendo unas toallas que se han ganado el derecho a una digna jubilación como trapos, pero bueno ella lo aprovecha aún más. Lo que llama la atención es que unas toallas en ese estado en España no serían tendidas en “exposición pública”, pero aquí han sido expuestas a todo el camping.  Puede ser solo anecdótico aunque los holandeses tienen fama de algo roñosos.

Poco después de desayunar y 10 minutos antes de lo acordado (ayer no podía cobrar porque era fiesta pero acordó que hoy lo haría a las 9) ha venido a cobrarnos los 22 euros. Hoy estaba más encantadora que ayer, pero su inglés era muy muy limitado. Tan solo palabras sueltas y nos ha preguntado que de donde éramos. No había visto una matrícula española nunca porque se ha acercado a mirarla. Curioso. La Holanda profunda o “deshabitada”. He oído que los holandeses  tienen el  mejor nivel de inglés de Europa. Pues hemos encontrado más de uno que no lo hablaba o que su nivel era más bajito que el mío, en Amsterdam, y ahora aquí.


A las 9,30 hemos puesto rumbo sur al castillo de Haar a donde hemos llegado a las 10,30 a un gran aparcamiento que cuesta 7 euros. Y el castillo 20. Ya podían incluir el precio del aparcamiento porque además, no es posible estacionar en ningún sitio. He mirado las entradas  por internet y no había pases hasta las 12. Pero no me rindo fácilmente por lo que nos hemos acercado caminando a las taquillas del castillo.

Allí veo una señora que está en el ordenador, y espero pacientemente. Ni me mira, aunque sé que me tiene que ver,  hasta que ya la pregunto y me dice que los tickets se adquieren en una máquina. ¡Será pava!. Bueno el trato con el susodicha trasto fue fácil aunque en inglés o….neerlandés.  Seguimos luchando reivindicando nuestro idioma, y así 20 años y no me rendiré. Reconozco que en estos años  ha cambiado y sigue cambiando y siento que he podido hacer mi aportación. Recuerdo en Eslovenia, en unas cuevas. Nos dividieron por grupos según idiomas y pregunté por el español. No había grupo, ni traductor así que me puse sola reivindicando que era el segundo idioma más hablado del mundo. Después…tuve que elegir un idioma y unirme al grupo.

Regreso a la máquina… había entradas para las 11 así que hemos pagado y nos disponemos a visitarlo.

Ya desde lejos se recorta la imponente y elegante silueta de este castillo de ladrillo rojizo y torres triangulares o cónicas con tejadillo negro que embellecen su fachada. Está rodeado de agua y de unos impresionantes jardines donde enormes árboles y verde y agua, lo llenan todo. La vista se pierde en ellos. Es hermoso y el marco, incomparable, pese a que al tener el sol de frente nos ciega algo la vista.


Vamos acercándonos  y comprobando sus detalles. Es de los más bonitos que hayamos podido disfrutar. Y nos acercamos a su entrada.


El castillo de Haar, del siglo XIV, es el más grande del país y a finales del siglo XIX un heredero decidió devolverle su esplendor rescatándolo de la ruina contratando al mismo arquitecto que había hecho el   Rijksmuseum y la estación central de Ámsterdam convirtiendo este castillo en  una obra de arte con mezcla de varios estilos, conservando la distribución original.


Todos los meses de septiembre el barón y la baronesa invitaban a huéspedes importantes de todo el mundo. Aquí acudieron grandes empresarios, banqueros, artistas y estrellas del cine. Se celebraron grandes fiestas y cenas extravagantes. Entre sus invitados se contaban personajes tan ilustres como Coco Chanel, Maria Callas o Yves Saint Lauren, estrellas de cine como Roger Moore o Gregory Peck, Joan Collins y Brigitte Bardot..


Atravesamos una pequeña puerta en arco y accedemos a la maravilla: un enorme  espacio con galerías en tres alturas que se abren a este gran recibidor, todo profusamente decorado, pero elegante, vistoso, luminoso. Es espectacular. No esperaba encontrar esta sala tan enorme. Alrededor de ella, se vertebra todo el castillo.


En la planta baja, comedor, sala de baile, de billar, biblioteca, cocinas…. Y en las otras plantas las habitaciones que vamos desgranando sumergiéndonos en un grandioso y opulento pasado. Todas las habitaciones parecen suites, con baño incluido con una solución curiosa para tenerlo incorporado en la habitación. Han construido las cuatro paredes pero sin el techo.


Todas las estancias,  sin excepción,  son increíblemente hermosas, grandes, elegantes, cómodas. Son un deleite para la vista, con muebles exquisitos, tapices magníficos y decoraciones opulentas que evocan la elegancia de épocas pasadas. Unas tablas grandes colocadas por idiomas en cada sala explican lo que vemos.


Leemos después que este castillo cuenta con  más de 200 habitaciones, lo que lo convierte en uno de los castillos más grandes de Europa. Como curiosidad también comentar que en su renovación a finales del XIX se instaló un avanzado sistema de calefacción y agua corriente lo que fue extremadamente moderno para la época.  Ha sido escenario de películas como “los tres mosqueteros” o “la princesa encantada”


Maravillados por el lugar, por su opulencia y elegancia, terminamos en la impresionante cocina llena de cacerolas de cobre que relucen superlimpias y para lo cual debían de invertir un gran esfuerzo.





Y salimos al jardín, bueno, por llamar de alguna manera a inmensos espacios abiertos llenos de vegetación, lagos, ciervos...que rodean este lugar que parece sacado de un cuento.

En fin, un lugar que me parece imprescindible si se visita esta ciudad, que dicho sea anticipándome a lo que fue la visita al casco antiguo de Utrech, diré que no tiene más, a excepción de la impresionante casa Rietveld Schröder.

Desde aquí nos dirigimos al camping, al Budget (52.1007, 5.1487). Llegamos sin problemas, 27 euros pero como dicen los comentarios que leimos, está en “construcción”. En realidad parece como si aquí estuvieran edificando pequeñas casas prefabricadas, casitas de unos 50 o 60m2. El lugar es muy tranquilo, junto a un lago y está lleno de gansos que cuando ven a Tula, lanzan un graznido de alarma para salir todos corriendo protegidos por uno de los dos miembros de la pareja que extiende sus alas a modo de protección y parece empujarlos para que se alejen del peligro.

Pero este sitio no parece haber tenido éxito y algunas de estas casas se han quedado a medio hacer y el paso del tiempo las ha castigado. Una docena de autocaravanas nos agrupamos en una zona adoquinada. Todos tenemos luz y los baños están limpios y la ducha que nos damos de regreso de la ciudad es estupenda. Pero es cierto que el sitio parece un poco abandonado, más que un poco. De hecho parece que lleva en este estado los últimos cinco años. Es una pena porque la parada del autobús está a cinco minutos y en poco más de diez nos deja en el centro de la ciudad.

Había mirado otros sitios donde alojarnos, pero este era el mejor comunicado de todos.  Comprobaríamos después que se puede ir perfectamente caminando a otra visita estrella e imprescindible de la ciudad, la casa Rietveld Schröder.

Comemos pronto para poder ir a visitar el casco antiguo.  Así  mañana podríamos dedicarlo a la casa Schöder y poner rumbo Sur. Ya he pedido permiso en el camping para poder salir después de las 12, sobre las 13, o 13,30 y no me han puesto problema.


Tomamos el autobús 77 que nos deja en el centro de la ciudad y de nuevo a ambos lados de lo que parece el canal principal se agolpa la gente que disfruta en las terrazas de sus bebidas. Hay terrazas arriba y también abajo, junto al agua, que no parece muy limpia. Caminamos por esta zona peatonal y alguien nos pregunta si nos puede ayudar. Vaya, es la segunda vez. O son fríos y distantes  o muy amables. Le digo que buscamos la catedral y nos dirige a ella.


Realmente no es necesario porque ya me lo marca el teléfono -que sería de nosotros sin él-. Y paralelos a este canal, cuajado de gente que disfruta de una temperatura estupenda aunque no había sol, llegamos a la catedral. La torre estaba en restauración y su interior no tiene nada especial aunque si merece unos minutos un pequeño jardín a un lado de la torre.

De aquí seguimos en busca de la iglesia de San Willibrord pero cuando llegamos, está cerrada. Que decepción. Ponemos ahora rumbo al cruce de la calle St. Jacobstraat con Vrendenburg donde se encuentra el semáforo de Miffy con un paso de cefra con los colores del arco iris.  Miffy, un personaje infantil con forma de conejo creado por Dick Bruna, que nació en Utrecht y vivió en la ciudad toda su vida. Curioso contraste entre su aparente seriedad y este pequeño rincón de la ciudad.

Decepcionados por no ver nada más interesante en la ciudad, iniciamos el regreso y nos dimos cuenta de que habíamos descrito un círculo porque en pocos minutos estábamos de nuevo en la parada del autobús 77.

Vuelta, ducha, paseo con la peluda por el precioso parque que rodea este camping y como hemos comido pronto, ya vamos teniendo hambre, antes de las 20,30. Mañana seguramente iremos caminando a la casa Schröder ya que hay 36 minutos caminando, mientras que en transporte público tardamos 26 y la mayor parte del tiempo es andando entre paradas.

Martes, 7 de mayo

Itinerario: Utrech-Puurs (Bélgica)

Pernocta: Area de autocaravanas de Puurs (Bélgica). (51.0747, 4.2833)

Puurs, bélgica a las 18 horas. Hemos empezado el regreso desde Utrech y estamos descansando en esta área donde pasaremos la noche.

La noche anterior en Utrech ha sido plácida y nos hemos levantado con más tranquilidad. Tenemos entradas para la casa Schröder a las 11,20 y hemos decidido ir caminando. Con salir a las 10,30 tendremos tiempo de sobra. Así que “vegetamos” un poco, preparamos los días posteriores al regreso y en esto, nos dan las 10,25.

Ayudados una vez más por el teléfono, nos dejamos guiar hasta este lugar. En vez de ir atravesando el parque, lo hacemos por ciudad y aquí las bicicletas reinan y nosotros, vulgares peatones, somos expulsados al asfalto que hemos de compartir con las  bicicletas y vamos escuchando como se acercan por detrás y como nos adelantan, unas más lentas pero otras muy rápidas. Vemos caminos que se adentran por el parque pero nos da miedo dar con un callejón sin salida y no llegar a tiempo.


En poco más de media hora estamos ante esta peculiar casa y digo peculiar porque fue diseñada y construida en 1920 pero es completamente actual, 100 años después. Y eso causa mi perplejidad. Se trata de una vivienda cúbica donde predominan las líneas rectas y el color blanco y gris, con algunas líneas amarillas o rojas, los colores primarios.

Truus Schröder preguntó al conocido diseñador de muebles de Utrecht, Gerrit Rietveld, si le gustaría diseñar su nueva casa. La madre de tres hijos acaba de enviudar y quería una casa que se ajustara a sus  peculiares ideas de vivienda. Rietveld y Schröder colaboran en el diseño de la casa. Schröder sabía exactamente lo que quería: sobriedad y vivir en lugar de ser vivida. En aquella época, Rietveld se dedicaba principalmente a la fabricación de muebles. Lo más famoso de él es una silla roja y azul diseñada en 1919 y que encontramos en esta casa.

Y su diseño se convierte en un experimento exuberante, completamente al estilo de De Stijl, un movimiento artístico que lleva el nombre de la revista de arte moderno del mismo nombre, fundada en 1917. Rietveld es un miembro importante del movimiento artístico.


Tras observarla desde fuera entramos. Nos dan una audioguía en castellano y comenzamos la visita por la planta inferior. No es muy grande, más bien lo contrario. Abajo hay una cocina con un diseño muy actual pese a ser centenaria, hay estudio, biblioteca, habitación de servicio y todo está estudiado al milímetro para que sea útil y práctico y ocupar el mínimo espacio posible. Que sea funcional pero a la vez cómodo. 


Antes nos invitan a observar la vivienda desde el exterior donde se dejaban los paquetes y una especie de intercomunicador para que desde la planta superior pudieran hablar con el exterior. Este lugar para dejar los paquetes se situaba en la cocina y era algo similar a lo que existe en las farmacias de guardia por las noches. La cocina tiene un montacargas y tuvo en su día de los primeros lavavajillas de la época.

Pero digamos que la planta inferior es “normal”. Accedemos ahora a la superior para lo cual nos dan unas pantuflas.


Ascendemos por una estrecha escalera muy incomoda y llegamos a una estancia que hace las veces de cocina, salón, estudio y lo que más llama la atención son sus enormes ventanales abiertos hacia afuera. La luz, el sol entra a raudales y da la sensación de que no existe separación entre el exterior e interior, que ambos espacios son contiguos y desde luego no se tiene ninguna sensación de estar en  una segunda planta.


Está llena de detalles ingeniosos para aprovechar el espacio. Como las paredes correderas del primer piso. Durante el día, la planta superior es un espacio abierto, pero por la noche la familia Schröder puede dividir el espacio en tres habitaciones separadas. Un dormitorio para las hijas, un dormitorio para el hijo y una sala de estar con mesa y estufa así como baño y lavabo. De esta manera cada uno tiene su propio lugar.


Ahora vemos todos los tabiques cerrados. Estas estancias están separadas por paredes móviles que durante el día se pliegan dejando todo el espacio diáfano y habitable para por la noche, al ir sacándolas todas, se rehacen los distintos dormitorios. Es ingenioso y espectacular y si pensamos que tiene ahora 100 años, mucho más.


Una claraboya de cristal permite la entrada del sol hasta la planta inferior y esta claraboya puede cerrarse y abrirse. La idea es genial, creativa, original y fuera de su época porque me parece que estoy viendo una vivienda de pleno siglo XXI, incluso el mobiliario que es sencillo y práctico con baldas y mesas que se pliegan en función de las distintas necesidades.


Y Rietveld también idea paneles de madera para oscurecer las ventanas. Estos crean paz y seguridad en la casa y durante el día forman parte de las paredes.

Me quedo absolutamente sorprendida por esta vivienda, única y actual. Cada 20’ una joven pliega y despliega los paneles, abriendo todo el espacio superior y cerrándolo de nuevo. Es fascinante.


Permanecimos en la casa casi 40 minutos y eso que es más bien pequeña. Schröder vivió en ella desde 1925 hasta su muerte en 1985, primero con sus tres hijos y luego con Rietveld. Ella prefiere estar en el primer piso donde la vista es preciosa y se siente “suelta” del suelo y puede hablar con las personas que están en el exterior a través del práctico e ingenioso intercomunicador.


Contentos por haber tenido la fortuna de conocerla gracias al consejo de nuestra nuera, iniciamos el regreso y como ahora no tenemos prisa, lo hacemos por caminos que discurren por el parque/jardín. Delicioso. Vamos bordeando el lago hasta llegar al camping, donde excepto dos autocaravanas, las demás han marchado, y es que no me extraña. Pese a ser un sitio agradable y tranquilo y bien comunicado está muy descuidado y por la mañana a las 7,30 hemos oído ya los camiones y maquinaria trabajando. Una pena.

Cerca de las 13 horas iniciamos el rumbo al Sur. Vemos que la autovía en Amberes no está congestionada así que nos atrevemos a pasar la ciudad aunque lleguemos un poco más tarde a nuestro destino, pero posiblemente mañana, a la hora a la que nos tocaría cruzarla, sería peor. Estamos a tan solo 70 km del canal del centro, destino para mañana de visita, aunque por su proximidad, será solo de paso.

Y ya cierta tristeza empieza a aparecer. Cuando inicio el viaje, estoy preocupada por como saldrá todo. Son muchas cosas a tener en cuenta y ya siento que no abarco como antes, y esta vez íbamos muy lejos. Desde que estuvimos en Noruega no habíamos viajado tan lejos. Pero ahora, la preocupación se diluye y se convierte en morriña. A nuestro regreso nos espera mucho trabajo y también muchas novedades que cambiarán nuestra vida y que tendremos que ir afrontando.

Ahora a 15 minutos de las 19 horas vamos a salir con la peluda a que estire las patas para luego ya descansar del todo.

Comprobamos que es un pueblo muy aburrido, soso, sin gracia. Aunque encontramos un supermercado…vacío donde compré pan, un postre de chocolate (no me iba a ir de Bélgica sin tomar algo suyo que no fueran los gofres) y una botella de sidra porque se me fue la cabeza y pensé que estaba en Francia. Ahora, curioso el control alimentario del país. En la etiqueta no pone nada de nada, ni siquiera su composición, si está hecho con manzanas. Espero no intoxicarme.  Y es que de fiarme de algún control alimentario, sería de los de mi país pese a lo críticos que somos con nuestras Instituciones Públicas. Y sé de qué hablo.

Regresamos, y cenamos y cuando pensamos en irnos a dormir a eso de las 22,45, un chaval que andaba tuneando su coche decide poner la música para todos, pero esa que retumba todo y de un gusto más que dudoso. Nos miramos y buscamos otro posible sitio donde ir….a las 23 horas, pero el que estaba a 7km tiene un comentario similar. Decido poner la música bajita y buscar unos tapones de cera. Pero milagrosamente la música cesa cinco minutos después y la noche ha sido supertranquila. No he abierto los ojos hasta las 7,30. Raro raro.

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